EL AMOR EN ACCIÓN, DAR DE COMER AL HAMBRIENTO
En los anteriores estudios hemos estado hablando acerca de darnos a los demás, tal como Jesucristo nos enseño y modelo en la Cruz del Calvario, sabiendo que él entregó su Trono de Gloria junto al Padre Celestial, el cual no consideró que fuera tan valioso o importante como el disponerse al sacrificio total y perfecto por cada ser humano de la tierra, naciendo en una familia entregada al servicio de la comunidad y viviendo cada uno de los aspectos que sufrimos o pasamos; es decir, el dicho “Ponerse en los zapatos de…” lo vivió Jesucristo en sus treinta y tres años de vida, él no solo se colocó tus zapatos, se colocó tus vestidos, es decir, problemas y circunstancias que no te permiten vivir plenamente la vida en Dios que como hijo suyo ya deberíamos de estar experimentando.
Al leer la Biblia, tú tienes dos opciones, la primera es tomar literalmente lo que en ella está escrito y la segunda es llevar a la revelación todo el estudio de lo que estás haciendo de ella, en todos dos casos yo comprendo que son válidos. Por ejemplo leamos una vez más las palabras de Jesucristo en Mateo:
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“Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.”
S. Mateo 25:35-40 RVR1960
Entonces, con la explicación antes dada, cuando tú vas a las calles y repartes de lo que tienes, estas dando de comer al hambriento, por lo tanto es noble y correcto tú actuar. Sin embargo cuando deseas llevar está palabra a otra dimensión, quizás te encontrarás con:
“Oyendo esto uno de los que estaban sentados con él a la mesa, le dijo: Bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios. Entonces Jesús le dijo: Un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos. Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo está preparado. Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero dijo: He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses. Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses. Y otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir. Vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces enojado el padre de familia, dijo a su siervo: Ve pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos. Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como mandaste, y aún hay lugar. Dijo el señor al siervo: Ve por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa. Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados, gustará mi cena.”
S. Lucas 14:15-24 RVR1960
Cierto día, Jesucristo fue invitado a la casa de un importante gobernador religioso de la época, y como era de esperar estaba este rodeado de otros religiosos haciéndole preguntas y llevando a Jesucristo al límite para hacerle caer por sus palabras, pero él siendo un experto en conocer el corazón y las malas intenciones de los mismos, les dio un repaso de su incorrecta manera de actuar, no solo delante de Dios, sino delante de los hombres, al hacer las inapropiadas interpretaciones de las escrituras dadas a ellos. En un momento de la cena, Jesucristo les aclarará que el Reino de los Cielos no solo es comer y vestir, es saber dar oportunidades a todos aquellos que por su condición física o espiritual se consideraban mutilados, prosélitos, marginados, excluidos por esa “casta selecta religiosa” en la que ellos habían convertido la Palabra de Dios, haciéndola corrompida y por lo tanto corrupta, a la cual no podían estos acceder.
Jesucristo por lo tanto les anuncio que a pesar de ser ellos los primeros convidados a la cena de Dios, no gustarían de ella.
Pero, para ti hoy ¿Quiénes son aquellos pobres, mancos, cojos, ciegos, extranjeros y forasteros qué anuncio que si tomarán su cena? Yo logro comprender que son todos aquellos hambrientos que tenemos que darles de comer la Palabra de Vida de Jesucristo que ni siquiera desean entrar a la cena del Padre Celestial, por eso él nos dice hoy que insistamos en hacerles entrar en el convite del Reino de los Cielos. Desde luego me refiero a todos aquellos que aún están es otras creencias tales como la religión tradicional como el Budismo, Hinduismo e Islamismo, digo que son aquellos Católicos, Testigos de Jehová, en fin, todas las personas muertas de hambre espiritual buscando que Dios les provea todo aquello que necesitan, pues si están dentro de estas creencias, demuestran así su estado de necesidad de insatisfacción almáticas.
Los mancos y cojos, yo logro comprender que son todas las personas que considerando que su maldad, pecado o estilo de vida son tan inapropiadas que no son dignas de tocar el suelo de una Iglesia, por lo tanto se apartan del Camino.
Los ciegos, a mi entender son todos aquellos que estando en las sendas de la verdad, están tan ciegos por la religiosidad y estratagemas de hombres que no ven la gracia, misericordia, amor, verdad que Dios les brinda para que vivan la perfecta voluntad suya.
Por último los extranjeros y forasteros, que son el grupo final invitada a la cena del Padre Celestial, son todos aquellos que no logran considerar que la Iglesia de Jesucristo es la familia, el país real donde esta su ciudadanía eterna, y al considerarse indignos no entran a la cena del Señor.
En el año 1990 aproximadamente, un joven llamado Martín se me acercó con mis catorce años a hablarme y en estos momentos que escuche por primera vez:
“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.”
Apocalipsis 3:20 RVR1960
Yo había estado tonteando con el cristianismo pero al entender un poco más este mensaje comprendí que Dios deseaba algo diferente conmigo, y estás mismas palabras son las que Dios nos dice “invita a más personas a venir a cenar conmigo”, quiero todos los días hablar contigo, tienes que llevar está escritura a aquellos hambrientos de mí.
Y tú ¿Qué estás haciendo para acercar el Reino De Dios a todos los excluidos? ¿Estás llevando el alimento vital a tantos desprotegidos por la religiosidad? ¿Qué más estás necesitando para activarte en la Gran Comisión?
En esta semana estaré trayendo el amor en acción hacía los demás, explicando bajo mi perspectiva la gran comisión, dándonos a otros tal como Jesucristo nos enseño, dando de comer al hambriento. Sí te gusto este escrito y quieres leerlo completo, entra en la web y lee otros estudios allí publicados, compártelo y suscríbete:
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Dios te bendiga y traiga revelación a tu vida de la Mentalidad de Cristo que ya está en ti
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