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26 de mayo de 2019

QUE LOS HOMBRES SEAN HOMBRES







QUE LOS HOMBRES SEAN  HOMBRES.


Entender nuestra posición y situación nos harán crecer. 









En la era en que vivimos, cuando llega o parecen las presiones en la vida, hacen  que los problemas se magnifiquen. El método actual y por ejemplo en el caso matrimonial es separarse, cuando la presión aumenta es escaparse,  es esconderse entre los hombros frente a las demandas de la vida y lo único que se dice tendré mejor suerte la próxima vez.

Dios es muy claro en sus mandamientos,  él nos manda a amar,  en esta época moderna se confunde la codicia con el amor, se  relega el amor a una función glandular pero no toda pasión es amor y no todo amor que es pasión. 

Dios en su palabra nos enseña que el amor no es un sentimiento, es más en algunas ocasiones no nos hará sentir bien manifestar el amor,  en otro sentido el verdadero amor siempre es bueno. El amor se centra en la voluntad y esa  es la razón por lo que,  el amar es un mandamiento y por la  que Dios nos manda a amar.

Dios nos manda a amar, él nos da las formas de poder hacerlo, pues  Dios  creo el amor,  cuando el amor de Dios entra en nuestros corazones a través del Espíritu Santo,  conocemos el verdadero amor,  se puede amar si se rinde a su voluntad y permitimos que el Espíritu Santo traiga el amor de Dios a nuestra relación con él, porque Dios así lo ordenó.

Todos los días yo tengo que decidir “voy  a amar”, voy a amar a mi mujer, mi familia, a mi ciudad,  tengo que decidir que voy a amar. Cuando pensamos en el amor siempre pensamos en el amor idílico en  donde ese demonio llamado Eros, viene y nos pega un flechazo y creemos que ese amor eterno. Yo ya tengo 18 años de casado, he pasado por numerosas crisis matrimoniales pero desde hace muy poco,  estoy hablando ocho años,  hemos abandonado la palabra separación, no está dentro de nuestro léxico, no pertenece a nuestro estilo de vida.

Hay un ejemplo para lo que es el amor y se basa en la una  muralla que yo tengo de edificar alrededor de mi matrimonio,  día tras día tengo que colocar cemento y ladrillos, el día que yo me descuido y no coloco estos dos elementos: el cemento y el ladrillo para hacer  la muralla del amor,  se va a ver desprotejido, minado, acabando lo que hasta ahora se  ha construido. La decisión de amar es día a día. 


Es una orden nunca ha sido una invitación, Dios es  muy claro al hacernos mandatos no invitaciones. Cuando tú invitas tienes la opción de aceptarla o rechazarla,  pero cuando se  ordena no hay opción,  o bien la obedece o te rebelas.
Moisés subió la montaña para recibir los mandamientos no para que le dieran  las 10 invitaciones. En  el púlpito actual donde la psicología se ha mezclado con el Evangelio, se nos ha enseñado a invitar a la gente aceptar a Cristo y la mayoría de la gente rechaza el evangelio porque se presenta como una alternativa no como una única opción necesaria para sus vidas.

Deseo matizar este concepto, imaginemos un poco el Evangelio como un producto de usar en el que puede degustarlo y decidir si les gusta o no, como cuando puedes probar una mermelada,  con mantequilla, probar con huevos, etc. Si no le gusta,  déjenlo.  

Dios dice que lo amemos, en ninguna parte de la Biblia encontramos una invitación para degustar o probar su amor, analicemos pues   si tenemos esta consideración hacia las personas que se van a  acercar a él,  que tipo de compromiso van a tener frente a la relación con Dios, igual que  en el matrimonio, nos acercaremos con una actitud arrogante,  es decir:  voy a probar a este salvador Jesucristo,  si no me agrada,  probaré con otro Salvador,  en otras palabras,  voy a probar con este matrimonio si no me resulta, me separo  y probaré con otro matrimonio.

Cuando un hombre obedece a  Dios,  Dios desarrolla  su hombría  al máximo,  él no nos invita a obedecerlo,  él nos manda que lo obedezcamos. 

Dios desarrollará al máximo la personalidad de un hombre,  su talento y su carácter. Haciendo del hombre que sea hombre. Recordemos que el adversario es un usurpador,  este a través  del pecado quieren robar nuestra  personalidad,  carácter, mientras que Dios lo desarrollará  y potencializará al máximo. El adversario quieres saquear, mientras que Dios capacita y ennoblece.
La obediencia  a Dios produce paz,  la paz es celestial,  la obediencia los mandatos de Dios trae paz.


Por un momento quiero que pensemos en un caso de infidelidad,  ella  conoce otra persona y está resuelto dejar su matrimonio,  incluso dejar sus hijos, pero ella conoce de Dios,  está haciendo adúltera,  está desobedeciendo,  por lo tanto  no tiene paz, no va a tener paz con su nueva pareja, pero en su hogar ha dejado fuera de la paz a su pareja  y a sus hijos. Un  día el Señor  le dará la oportunidad de recapacitar de lo que hecho y  se va  a arrepentir,  va a intentar volver a casa pero surgirán dos grandes sentimientos, inducidos por el adversario: 

1- la culpabilidad por lo que ha hecho 
2- la inseguridad o los celos  por lo que ella ha hecho. 

Por  lo tanto, la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento,  tiene que actuar  en esta relación pero esa paz,  no va a venir si no hay una completa y entera obediencia a los mandatos de Dios.

Debemos de confesar nuestros pecados, es la única manera que tenemos de despojarnos del pecado, la confesión también se hace para vestirse de la justicia. El equilibrio consiste en arrepentirse del pecado y tener fe en Dios,  pues el pecado no confesado es un pecado no perdonado. El pecado solo puede salir de la vida a través de la confesión,  a través de la boca,  el perdón no es suficiente, en si misma por así decirlo  se necesita que haya limpieza, pues La palabra  misma  nos dijo: si confesamos nuestros pecados,  él es fiel y justo para perdonarnos y limpiarnos de toda maldad.

“Desde luego que ningún castigo nos gusta en el momento de recibirlo, pues nos duele. Pero si aprendemos la lección que Dios nos quiere dar, viviremos en paz y haremos el bien.”
Hebreos 12:11 TLA

Otra versión dice:

“Al presente ninguna disciplina parece ser causa de gozo, sino de tristeza. Sin embargo, a los que han sido ejercitados por medio de ella, después les da fruto apacible de justicia.”
Hebreos 12:11 NBL




Veamos otro ejemplo,  la gente que no quiere decir la verdad, tienen miedo de herir  o perder su simpatía y no se dan cuenta que esa verdad habla en amor,  es la única forma de demostrar el verdadero amor. Y  lo esconden detrás de las mejores intenciones.

Yo soy de origen colombiano, gracias a Dios tuve unos  papás maravillosos,   Bernardo y Fanny,  me dieron una educación y unos principios cristianos,  mis compañeros de colegio y de juventud  no todos tenían esa educación,  algunos fueron ladrones,  otros eran  drogadictos, pero si tú querías ir  a hablar con alguna mamá de ellos, comprobabas como ellas tenían la mejor intención de educar a sus hijos, aún sabiendo quiénes eran ellos. Recuerdo un día que mataron a uno de mis compañeros de colegio yo sabía quién era,  yo sabía con quien trataba,  yo sabía lo que él vendía,  con todo y eso en el entierro,  la mamá lo único que decía: ¿Por qué mataron a mi muchacho si era un buen hijo? En  realidad,  esta mujer quería ocultar quién realmente era su hijo, con el gran amor que ella como madre podía tener por él.

¿Cuántas veces hemos dejado de predicar la palabra de Dios,  porque no queremos  hacer sentir mal a alguien o no la queremos molestar?, pero esa persona si no le hablamos la Verdad se va a ir igualmente al infierno, va a morir con el pecado y Dios nos va a reclamar por esa vida que no le hablamos y no le dijimos de la Verdad Jesucristo.


¿Recibimos esta exhortación de amar y decir la Verdad?
¿Reflexionemos agradamos a Dios o los hombres?
¿Estamos dando frutos de apacible justicia?

En esta enseñanza hablaré de la hombría como un estado sacerdotal en desuso que tenemos que recuperar tanto los hombres como las mujeres tratando de restaurar nuestra posición y situación. Sí te gusto este escrito y quieres leerlo completo, entra en la web y lee otros estudios allí publicados, compártelo y suscríbete:




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Dios te bendiga y traiga revelación a tú vida de la Mente de Cristo que ya está en ti.

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