EL SICÓMORO BIEN PUESTO
Para obtener la bendición hay que estar en el momento oportuno.
«Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad. Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico, procuraba ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura. Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí. Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa. Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado a posar con un hombre pecador. Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham. Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.»
S. Lucas 19:1-10 RVR1960
En esta historia encontramos a tres personajes: Jesucristo, Zaqueo y el Sicómoro.
Cada cual tiene su parte a desarrollar dentro de la Historia:
Jesucristo, quien es el Salvador, el personaje del momento y de la eternidad, es Dios mismo hecho hombre para sanar esta sociedad. Durante sus 30 primeros años de vida, Jesucristo había llevado una vida normal como cualquier joven de su época, conservando su cuerpo como ofrenda agradable delante de Su Padre Celestial, pero al cumplir la mayoría de edad, determinado, sabía que tenía que hacer, pues durante estos años de su vida él fue instruido como Rabí, conocía a perfección las Escrituras, el corazón del Padre y sabía como debía de actuar en cada momento. Era cabalmente conocedor de todo lo que la palabra de Dios decía acerca de él, era un hombre integró, trabajador, pro activó, dispuesto, servicial, buen hijo. En este pasaje él está encaminado hacia su destino, morir en la Cruz, en la pascua Judía por toda la humanidad.
Ahora veamos al segundo personaje, Zaqueo, la verdad es que no se refleja que edad podía tener él en estos momentos de este pasaje, pero cuando mínimo era un hombre mayor de edad, pasados los 30, quizás 40 años, tenía estudios muy probablemente entre otros: filosofía, economía, tendría formación militar, seria una persona estricta, firme, abusador, millonario. A demás tenía dos cualidades que lo hacían diferente a los demás, era pequeño de estatura y trabajaba para Hacienda, O sea era recaudador de impuestos, pero para colmo era el jefe de los publicanos.
Realmente el inconveniente radica en que él sería como una especie de traidor ante el pueblo Judío. Aproximadamente unos 300 años antes, el Imperio Romano, estaba intentando conquistar las tierras de Jerusalén y por fin lo había logrado, cuando el Imperio lo logra, asignan de primeras cobrar impuesto, hacer carreteras, eliminar las creencias espirituales. Muchos de estos cometidos los hacían los soldados del Imperio, pero otros trabajos se los dejaban simplemente a los propios nativos, por lo tanto eran estos considerados traidores a su propia gente, hacia su propio pueblo. Porque tenían la potestad de actuar como romanos, sabiendo que habían nacido en la misma ciudad en este caso en Jericó. Si, Zaqueo era de Jericó, robando en muchos casos a la misma gente de su ciudad, reiteró mis palabras, pero actuando impunemente porque trabajaba para el Imperio Romano.
Hasta aquí es lo que nos suelen enseñar en las Iglesias, pero quiero enseñar el tercer personaje: el Sicómoro.
Este Árbol frondoso, grande y espectacular tiene aproximadamente unos 65 años, empezó siendo una pequeñita semilla, quizás del tamaño de un grano de arroz, alguien tuvo que tirar su semilla por ahí, en este caso en medio de la ciudad. Entonces, brotó un pequeño germen y en ese mismo momento el cielo se suspendió porque Dios dijo: “Hey, quiero dos ángeles que custodien de día y de noche este pequeño brote que he preparado una cita con Zaqueo para que me siga y me sirva”. Inmediatamente y sin mediar palabras, dos seres extraordinarios celestiales, comenzaron a cuidar este árbol porque tenía una cita prevista entre Jesucristo y Zaqueo. Venían las vacas para comerse el brote nuevo, ellos a empujarlas para que no lo hicieran, venían los grillos a comérselo, pero ellos evitaban que lo hicieran, cuando algún hombre descuidado intentaba pasar y pisotearlo, ellos inmediatamente lo apartaban porque destino de este árbol ya estaba mandado por Dios, ya estaba escrito.
Durante 3 ocasiones, Dios me habló sobre uno de los dones que él me otorgó por medio del Espíritu Santo, es poder escribir. Quizás en estos momentos no tengo la audiencia que desearía, pero estamos llegando a más de 10 países. No serán mis estudios tan profundos, pero por los testimonios dados internamente, muchas personas se están acercando a Dios y viendo otras perspectivas cristianas que la religiosidad (Árbol del cual estaba subido Zaqueo) no le han permitido ver para tener una acercamiento genuino ante Dios.
¿Cuál es tu Sicómoro del que debes bajarte?
¿Estás tan cerca de Jesucristo que reconoces la necesidad de cambiar?
¿Estas viviendo un estilo de vida que Dios cena todos los días contigo? (Recuerda que la mesa está puesta, solo tienes que aceptar su invitación).
Comparte este post, permite que otros se beneficien de la bendición de leerlo, quizás están buscando el Camino y esta sea la forma de encontrarlo a él. Pues #hechos29laobrainconclusa es una realidad.
En esta enseñanza hablaré acerca del destino de Dios sobre tu vida, sucederá. Sí quieres otros artículos completos, entra en la web y lee los estudios allí publicados, compártelo y suscríbete:
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Dios te bendiga y traiga revelación a tú vida de la Mente de Cristo que ya está en ti.
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