¡DIOS ME VISITÓ!

¡DIOS ME VISITÓ!

Hoy Su luz me deslumbro, como nunca.

Tuve unos abuelos extraordinarios, es más, por pura gracia, mi nombre Alfonso Antonio, se debe a la honra presentada a los patriarcas de ambas familias, los Gómez Toro y los Plaza Ortiz. Estás dos hermosas familias fueron los que cobijaron y criaron a mis papás. Mis abuelos paternos es decir mi papá Alfonso y mi mamá María, como les solía decir en vida, me enseñaron mucho sobre la compostura y conservar los buenos modales a pesar de cualquier circunstancia. Con un trato distante y discreto me demostraron el especial amor que todo abuelo puede llegar a sentir por sus nietos. Por otra parte, mis abuelos maternos, papasito y mamasita (Antonio y Secundina) fueron bastante diferentes; para ir a visitarlos no era menos de 15 días, sobre todo para las fiestas del “San Pedro” en Neiva, a parte, toda la familia, todos los tíos y primos se reunían  allí. Ir a visitar a los abuelos maternos, era toda una juerga y fiesta, pues mataban un cerdo y la abuela tenía un panificadora y comer los deliciosos manjares que preparaban, eran una motivación extra. También el sazón alimenticio de ella, era memorable, nada que y   a pesar de tener cerca de 30 años  de muerta, puedo recordar sus asados huilenses, mojicones de guayaba y las famosas cucas.

En parte toda esta bonita historia de niñez quedó empañada, cuando por primera vez leí:

“Mientras pasaba delante de Moisés, Dios dijo en voz alta: «¡Soy el Dios de Israel! ¡ YO SOY es el nombre con que me di a conocer! Soy un Dios tierno y bondadoso. No me enojo fácilmente, y mi amor por mi pueblo es muy grande. Mi amor es siempre el mismo, y siempre estoy dispuesto a perdonar a quienes hacen lo malo. Pero también sé castigar al culpable, y a sus hijos, nietos, bisnietos y tataranietos»”

Éxodo 34:6-7 TLA

Mientras uno es niño, solo ve la parte buena de la gente, en otras palabras, es muy inocente y esto está bien. El concepto cambia cuando tú mismo comienzas a experimentar cambios en tu carácter y forma de actuar, observas por lo tanto que tu comportamiento destructivo y quizás dañino, fue el mismo que tuvieron tus papás, los cuales también, manifestaron tus abuelos y los papás de ellos. 

Desde luego por honra y respeto a la memoria de aquellos viejos que intentaron hacer lo correcto, no voy a describir, ni contar gráficamente los errores y pecados que todos ellos tuvieron. Muchos fueron realmente  y graves delante de Dios, sobre todo como cuando eres consciente de las cosas que nunca se debieron de hacer, mucho menos de permitir. Por lo tanto y con una actitud religiosa llegué a considerar que todas esas faltas, que realmente constituyen un pecado delante de Dios, me alcanzarían y yo tendría que pagar por la maldad cometida por ellos durante tantos años, créanme, pecados muy graves delante de Dios. No hacia falta que ningún predicador me los recordará, yo mismo lo estuve leyendo, estudiando, compartiendo y ministrando. Pero un buen día, Dios se acordó de mí y me visitó, por medio de una ministración especial, me liberó de esta dura carga y atadura, rompiendo las cadenas con Su unción y amor, a través de la acción redentora de Cristo y la justificación que tengo por Su sacrificio.

Siempre este asunto, es una carga muy pesada de soportar, por lo que no estaba acorde con la palabra de Jesucristo que manifiesta:

“Ustedes viven siempre angustiados y preocupados. Vengan a mí, y yo los haré descansar. Obedezcan mis mandamientos y aprendan de mí, pues yo soy paciente y humilde de verdad. Conmigo podrán descansar. Lo que yo les impongo no es difícil de cumplir, ni es pesada la carga que les hago llevar”

Mateo 11:28-30 TLA

Entonces, comencé a dialogar con Dios con respecto a estos dos versículos pues no me cuadraba que en ambos se sugiere paciencia y amor, pero que yo siga con la pesada carga de posiblemente estar buscado más pecados ocultos o generacionales para sanarlos. 

En otros estudios he comentado que Ani, quién realmente es mi ayuda idónea, también es mi termómetro, me estuvo ministrando sobre este asunto al decirme: “Cuando llega la Luz, todas las tinieblas inmediatamente se disipan o desaparecen”,  siempre cabe que tú no conozcas claramente la Luz de Jesucristo y por eso aún vivas aquellas ataduras y ligaduras, las cuales no te dejan vivir la  Paz que sobrepasa todo entendimiento.

Durante mucho tiempo estuve ministrado por esta palabra dada por mi esposa, pero siempre clamo a Dios para que él confirme y ahí fue cuando tuve la oportunidad de conocer a Juan Fernández. Así fue como comprendí con mucha más claridad aquello que Dios me ha estado ministrando por muchos años, el Evangelio de Cristo, que es amor, misericordia, gracia y verdad. Predicar otro concepto es hablar de la ley y quizás rozar al punto de hablar de otro Evangelio.

Por eso, gracias a lo que he estado aprendiendo de Juan, es que ciertamente la Palabra de Dios es fiel y exacta, el problema surge siempre en la intensión del corazón de aquellos que han traducido del original, es decir, del Hebreo y Griego Antiguo. Si ellos conocen a un Dios castigador, iracundo, exigente de la ley encontraran la traducción conforme a sus corazones. Pero si estudias la Biblia en la versión Textual, encontraras que por ejemplo: “Dios visita la maldad de los padres…” En vez de “castigar la maldad de los padres” por eso te quedas con un choque mental total, te quedas sin saber que hacer, pero sabiendo que dentro de tu corazón fue siempre lo que estuvo ministrando el Señor.

Entonces, lo que no me cuadraba de las expresiones de amor manifestadas por Dios el Padre, ahora toman total sentido:

“Pasó pues YHVH por delante de él, proclamando: ¡YHVH, YHVH, Dios misericordioso y clemente, lento para la ira y grande en misericordia y verdad,  que guarda la misericordia a millares, que carga con la iniquidad, la transgresión y el pecado, pero de ningún modo justifica al culpable; que visita la maldad de los padres sobre los hijos, y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación!”

Éxodo 34:6-7 BT  

Ahora, rápidamente veamos los ejemplos bíblicos de las “visitas" de Dios:

“Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, Y el hijo del hombre, para que lo visites?”

Salmos 8:4 RVR1960

“Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán, y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.”

S. Lucas 19:43-44 RVR1960

Entonces, ¿Para que nos visita el Señor? Para liberar, sanar, restaurar, redimir, pagar por nosotros y hacernos participes de sus bendiciones. No para azotarnos, ni castigarnos, ni condenarnos…

“Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.”

S. Juan 8:11 RVR1960

¿Cuál es el Dios que tienes, aquel que castiga o el que visita?

¿Cuál es el Dios que predicas?

¿Manifiestas el amor, gracia, misericordia y verdad de Cristo?

Mi amigo Juan Fernández (quién recomiendo seguir por las redes sociales por sus sanos y buenos contenidos) me acaba de enviar esta nota:

¿Sabes por qué visitó Jesucristo la maldad de la iglesia en Laodicea?:

“Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo. He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”.

Apocalipsis 3:12 y 20 RV60

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En esta enseñanza hablaré acerca  de mi identidad como hijo de Dios. Sí quieres otros artículos completos, entra en la web y lee los estudios allí publicados, compártelo y suscríbete:

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