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24 de agosto de 2019

¿CUÁNDO ALABÓ A DIOS?

¿CUÁNDO ALABÓ A DIOS?


Solo los seres humanos, tenemos la capacidad de alabar con entendimiento.



Se cuentan por centenares, los salmistas, cantores, coros, grupos musicales, etc, que hoy dedican su vida, en forma genuina a alabar a Dios. Bíblicamente, uno de los mayores exponentes de la alabanza a Dios, fue el rey y sacerdote David, por eso el libro de los Salmos, el cual se le da la mayor autoría a él, es un compendio de escritos en diferentes situaciones en su vida, pues, él comprendía muy bien el significado de alabar a Dios en todo momento. Por eso leemos hoy este precioso Salmos:

“Alabad a Dios en su santuario; Alabadle en la magnificencia de su firmamento. Alabadle por sus proezas; Alabadle conforme a la muchedumbre de su grandeza. Alabadle a son de bocina; Alabadle con salterio y arpa. Alabadle con pandero y danza; Alabadle con cuerdas y flautas. Alabadle con címbalos resonantes; Alabadle con címbalos de júbilo. Todo lo que respira alabe a JAH. Aleluya.”
Salmos 150:1-6 RVR1960


Al detallar cada una de estás palabras, es decir, magnificencia, proezas, grandeza, observo que son palabras de elogio y honra para Dios.

En la región que viví en España, o sea en Valencia, existen un sin número de grandes Chef, algunos de ellos pertenecen, o han sido catalogados en la Guía Michelín, la cual solo publica lo mejor del mercado gastronómico, con sus virtudes y dependiendo de el numero que posean, 1 a 3 estrellas Michelín, así mismo será este afamado Chef. Pues de la misma manera, su restaurante mantiene su estatus, privilegio, glamour. Pero, así como se ganan estas famosas estrellas, de la misma manera, se deben de mantener, pues se pueden llegar a perder. Cuando conocí al Maestro Manolo, de la Casa Manolo, siempre tuve una imagen de un ser inalcanzable por todos los logros y como ya  ha hecho por mantener esta estrella por tantos años. Pero conversando más cercano a él y aunque es un apasionado por la cocina, logras entrever el agotamiento que genera por mantener ese estatus y distinción. 

Aprovechando esta parábola, nuestro Dios, quién creo los cielos, la tierra, el mar y todo lo que en ella habita, busca de nosotros que le alabemos, por todo lo que ha hecho, pues, de manera natural, él hace,  todas las cosas con estatus, privilegio, glamour, es decir, con excelencia, siempre pensando en sus hijos y como demostrar su amor, de manera incondicional a cada uno de nosotros, con la excelente noticia, que nosotros, es decir, sus hijos,  jamás perderemos este estatus, ni rebajará su amor por decaimiento o detrimento hacia sus hijos.

Por medio de la alabanza, hacemos uno de los mayores actos de derrota hacia el adversario, la guerra espiritual. Cuando manifestamos públicamente, por medio de cantos, expresiones físicas de jubilo, interpretación musical, o todo aquello que nos dicte el Espíritu Santo, damos por lo tanto, alabanza a Dios. ¿Sabes cuál fue el mayor deseo del adversario en la Presencia de Dios? Ser alabado tanto como se alaba a Dios. El Profeta Ezequiel nos deja entender, que oficialmente dentro de él, Dios colocó la música y la alabanza, para manifestar todo el poderío de Dios en medio de la congregación de Ángeles, Querubines, Serafines, y Arcángeles, dirigiendo los coros celestiales divinos:

“Hijo de hombre, levanta endechas sobre el rey de Tiro, y dile: Así ha dicho Jehová el Señor: Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura. En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura; de cornerina, topacio, jaspe, crisólito, berilo y ónice; de zafiro, carbunclo, esmeralda y oro; los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación. Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas.”
Ezequiel 28:12-14 RVR1960

Entonces, nosotros al darle alabanzas a Dios, directamente estamos dándole la espalda al adversario, quien desea por sobre todas las cosas, el mismo estatus y alabanza que Dios. Recordemos la conversación entre Jesucristo y él, en el periodo de la tentación:

“Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares.”
S. Mateo 4:8-9 RVR1960

Alabemos a Dios en todo momento, es decir, en las buenas y en las malas. Su alabanza estará de continuo en mi boca, dicho de otra manera, solo diré lo más hermoso de él. No importa si hace frío o calor, exaltemos el nombre de Dios en alto. Aun cuando estemos en el foso más profundo, levantemos una alabanza de tal manera que rompa, nuestras cadenas, tanto como sucedió con el Apóstol Pablo. 

Reflexionemos, antes del momento más angustioso de su vida, ¿Qué hizo Jesucristo?:

“Y cuando hubieron cantado el himno, salieron al monte de los Olivos.”
S. Mateo 26:30 RVR1960


Te invito a que tomemos este versículo como un desafío, aunque sepamos que vamos a enfrentar a la misma muerte, nunca, pero nunca, dejemos de alabar a Dios.

¡Alaba al único que es digno de recibir honra, gloria y honor!
¡Conviértete en un instrumento de alabanza en Sus manos!
¡Tienes muchísimas cosas por lo cual alabar. Nunca dejes de hacerlo!

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En esta enseñanza,  hablaré acerca  de mi identidad como hijo de Dios. Sí quieres otros artículos completos, entra en la web y lee los estudios allí publicados, compártelo y suscríbete:



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Dios te bendiga y traiga revelación a tú vida de la Mente de Cristo que ya está en ti



  

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