13 de agosto de 2019

DESNUDOS PÚBLICAMENTE

DESNUDOS PÚBLICAMENTE 


El miedo es,  fe en el adversario.








Cuando  tenía unos 11 años, caminaba tranquilo y confiadamente cerca al parque de los Fundadores de Manizales, de repente y sin mediar ningún tipo de palabra, un sujeto moreno, con unos 20 años de edad, mal vestido y sucio, me tomó por el cuello y me levantó amenazándome y exigiendo que le entregase todo lo que podría llevar conmigo, casi sin aliento y muerto de pánico, trate de decirle que no tenía nada encima, él observó una cadena de plata que me regaló mi hermana Norma el hacia pocos días. Este energúmeno simplemente me la arrancó y se largó. Ojalá todo hubiera quedado en ese susto. Tiempo después, subiendo por las escaleras que comunicaban a la Universidad Autónoma, Facultad de Odontología, sentí como alguien me tiraba del pantalón, en el mismo jalón, arrebató mi billetera y sacó de ella 2000 pesos de aquel entonces, pero lo terrible fue, descubrir que se volvía a repetir con el mismo ser que 6 meses antes había sembrado en mi corazón pánico y miedo. Casi dos años después, al salir del Instituto Alfonso Lopez Pumarejo, lugar donde yo estudiaba, volví a revivir todos esos momentos de angustia, sufrimiento y pánico, al encontrarme cara a cara nuevamente con este hombre. Me petrifique, mis piernas no respondían, y sin que este me exigiera nada, yo voluntariamente le entregue mi mochila del colegio, él sonrió porque sabia que me había dominado, revisó por dentro y al no encontrar nada interesante para él, me golpeó  el estomago y derramó todo el contenido en el suelo, sumando la humillación a mi vida. Realmente fue un infierno y un caos todo aquellos años. Provocó en mí, más inseguridades y temores terribles. Sufría mucho tener que transitar por aquellas 10 calles de mi ciudad de crecimiento.

“habiendo cancelado el documento de deuda que consistía en decretos contra nosotros y que nos era adverso, y lo ha quitado de en medio, clavándolo en la cruz. Y habiendo despojado a los poderes y autoridades, hizo de ellos un espectáculo público, triunfando sobre ellos por medio de Él.”
Colosenses 2:14-15 LBLA

Nunca dudo del amor y protección de Dios sobre mi vida, pero estos hechos solo fueron sanados en mí, al llegar Cristo a mi corazón, todo miedo y pánico, fue cancelado. Se cumplió la promesa:

“estando convencido precisamente de esto: que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús.”
Filipenses 1:6 LBLA

Entonces, la prueba de mi sanidad (no digo que actos de violencia e intimidación no produzcan nada en mí, digo de esos temores terribles de transitar por aquellas 10 calles de mi ciudad), quedó latente, cuando tuve que hacer mis trabajos sociales dentro de la cárcel de la ciudad. Dios ya había restaurado mi confianza, así que con 16 años, tenía que hacer alfabetización durante un año escolar con los internos. Cual fue el tamaño de mi sorpresa, que el primer alumno que entro en la clase fue: ¡Machetá! Este ser que anteriormente causo tanto daño en mí, estábamos nuevamente cara a cara y tenía que darle clase, previamente tenía que perdonarlo (como se espera de todo cristiano, pero siendo sincero, en aquel momento no lo hice), el alma se me volvió a encoger, pero sin mediar palabra y entendiendo lo que tenía que hacer, comencé clase y pude terminar mis labores sociales.

¿Cuáles fueron las claves por así decirlo para liberarme de estas ataduras?

“Y habiendo despojado a los poderes y autoridades, hizo de ellos un espectáculo público, triunfando sobre ellos por medio de Él.”
Colosenses 2:15 LBLA

Por aquel entonces, yo no era tan conocedor de la guerra espiritual en la que estamos sumidos, pero si entendí la necesidad de pasar por una sanidad interior. Más adelante, cuando comienzo a estudiar Teología, comprendo que supe aplicar este versículo, pues el Espíritu Santo, me reveló como tenía que hacerlo.

1- Identifica a tu adversario: aunque no es nada fácil, pero es necesario. Cristo los expuso públicamente, es decir, ya no actúan en anonimato. Puedes reconocer tanto como yo lo hice. Pude reconocer por lo tanto que estaba bajo la influencia del pánico, desesperación, miedo, terror, angustia, intimidación, manipulación, humillación, inseguridad, por último, logré conocer el apellido de este ser: ¡Machetá!

2- Reconoce el triunfo de Jesucristo sobre ellos: no se trata de volverse un caza brujas, simplemente es aprender a dar un solo paso hacía atrás, observar a tu alrededor, llamar las cosas por su nombre y llevarlos  delante de la Cruz de Cristo y dejarlos allí clavados, por eso cada vez que traten de volver a actuar sobre ti, les recuerdes que Cristo ya los venció y nos entregó Su victoria para que seamos libres de sus asechanzas.

¡Aprende a tratar al adversario cómo un derrotado!
¡Aprende a vivir el triunfo de la Cruz en ti! 
¡Demuéstrale a cada una de tus debilidades lo fuerte  que eres con Jesucristo!


Así, 32 años después compruebo como la sanidad de Dios, continúa actuando en mi vida. ¿Qué pasará sí mañana me vuelvo a encontrar a Machetá en la calle? Realmente lo desconozco, lo único que conozco es que:

“En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor involucra castigo, y el que teme no es hecho perfecto en el amor.”
1 Juan 4:18 LBLA


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En esta enseñanza,  hablaré acerca  de mi identidad como hijo de Dios. Sí quieres otros artículos completos, entra en la web y lee los estudios allí publicados, compártelo y suscríbete:



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Dios te bendiga y traiga revelación a tú vida de la Mente de Cristo que ya está en ti






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