DÍA 9
PLENITUD DEL SERVICIO.
¡VIVO, GRACIAS A SU PERDÓN!
El perdón, la acción más contundente.
Durante estos 21 días haremos esta serie de enseñanzas, comprometiéndote voluntariamente a leer la Palabra de Dios, meditar en ella, construir y reconstruir los muros caídos, tomar la una frase de fe y aferrarnos a ella como clavo ardiente y por último ayunar, para lograr un objetivo común, lograr la extensión del reino de Dios a través de la Plenitud del Servicio.
Día 9:
“En Él tenemos redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados según las riquezas de su gracia”
Efesios 1:7 LBLA
“Porque si perdonáis a los hombres sus transgresiones, también vuestro Padre celestial os perdonará a vosotros.”
Mateo 6:14 LBLA
“No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados.”
Lucas 6:37 LBLA
A Jesucristo le costo su vida, el darnos la libertad de poder vivir “el perdón” que está diseñado para nosotros. Fue Dios quien eligió amarnos y perdonarnos a través de su Hijo, nuestro Amado Salvador. Nuestros pecados, fueron pagados, él no nos reclama nada. Con Dios, no tenemos una deuda material, ni emocional. Jesucristo pagó por nosotros. “Consumado fue”, fueron sus últimas palabras, en la Cruz del Calvario, se canceló todo. Ahora hace falta que nosotros decidamos resolverlo y vivir este estilo de vida, lleno de perdón y amor.
Reflexionemos:
¿Aún vives esclavo de algo o alguien?
Yo mismo, he tenido que ser liberado de vivir un estilo de vida lleno de reclamos, exigiendo justicia, me explico. Cuando utilizamos frases tales como: “miren lo que mi hicieron, me deben honor, deberían de pagarme por esto, me deben el afecto que he invertido en ellos” y un largo… Etc. Nos ayudan a comprender que vivimos reclamando, pues, estamos sujetos o esclavos a los reclamos. Pero nos olvidamos que si Dios ya pagó todo por medio de su Hijo, y nunca nos reclama, entonces…¡Por qué sí, reclamamos nosotros!
¿Por qué decimos, no puedo perdonar?
Muchas veces el error surge, por la inmensa necesidad del “sentir” y filtramos la obediencia por un sentimiento, y en ocasiones, un sentir visceral. Muchas veces no sentirás la necesidad de pedir perdón, pero puedes eligió hacerlo. Jesucristo nos enseñó: “perdona nuestras deudas, como nosotros perdonamos a nuestros deudores”.
Perdonar no es olvidar lo que me hicieron. Es renunciar a reclamar mis derechos por lo que me han hecho, tanto como Dios hizo conmigo.
Cuando decido perdonar, aplico la misericordia, pues Dios ya justificó a aquel que me hizo daño.
Por eso cuando perdono, comprendo que no hago la vista corta delante de los hechos acontecidos, como si nada hubiera pasado. Cabalmente elijo no vivir anclado al dolor que me provoca recordar estas circunstancias.
Ahora, comprendo y vivo el perdón de Dios, por eso puedo perdonar y servir a los demás. Nadie me debe nada. Yo le debo la vida a Dios.
Construye y reconstruye: perdonar y pedir perdón, es una muralla alrededor nuestro que debemos de estar edificando constantemente, tanto como Dios lo hizo. “Perdona a tu hermano, 70 veces 7, al día…Día tras día.”
Frase de fe: Dios ya perdono todos mis pecados, errores. Vivo gracias a Su perdón, puedo servir a los demás.
Ayuno: si decides ayunar hoy, pon en tú corazón, la oración y el clamor para el perdón de Dios, se haga una realidad y así poder servir tanto como Jesucristo lo hizo.
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En esta enseñanza, hablaré acerca de mi identidad como hijo de Dios. Sí quieres otros artículos completos, entra en la web y lee los estudios allí publicados, compártelo y suscríbete:
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Dios te bendiga y traiga revelación a tú vida de la Mente de Cristo que ya está en ti
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