¡SIGAMOS EXTENDIENDO SU REINO!
Lo que no crece, se estanca.
Acabo de hacer algo terrible, muy a mí pesar. A comienzos de la primavera sembré unas 10 tomateras y unas cuantas semillas de chile. Rápidamente dieron tallo y comenzaron a crecer. Según la naturaleza, esas tomateras a los 70 días, deberían de dar frutos, sin embargo, ya han transcurrido cerca de 150 días, observé unas cuantas flores, pero sin abrir. Así que he arrancado todas las tomateras, pues considero que aquella buena tierra fértil, llena de nutrientes deseo aprovecharla mejor en la próxima primavera y sembrar flores, como estarán dentro de casa, no tendré que preocuparme de la nieve y del sol del verano. Lamentablemente los chiles, nunca crecieron.
Considero de igual manera que, la vida en Cristo debería de ser de crecimiento constante o una vida llena de frutos. La parábola anterior, no fue una metáfora, ocurrió tal como lo describí, pero no me puedo imaginar a Dios, tener que tomar la forzosa decisión de podar o arrancar a alguien, porque no está creciendo y mucho menos da el fruto que se requiere.
Cuando nos decidimos en confiar y creer en Dios, lo mejor, siempre está porvenir:
“Yo conozco tus obras, tu amor, tu fe, tu servicio y tu perseverancia, y que tus obras recientes son mayores que las primeras.”
Apocalipsis 2:19 NBL
Debemos reconocer, aunque nuestro ser corporal se deteriore o desgaste naturalmente, nuestro interior, es decir, el alma y el espíritu, siempre se renuevan constantemente si permitimos la acción del Espíritu Santo en nosotros, como lo declara la escritura.
El universo mismo está en constante crecimiento y expansión. Desde que Dios dijo: “háganse los…” No ha dejado de crecer, pues extenderse es ir más allá de los limites conocidos.
Jesucristo declaró:
“Vayan, pues, y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,”
Mateo 28:19 NBL
Esta preciosa frase es la que conocemos como la Gran Comisión, en ella vemos una oración que está en un presente continuo, “vayan”, es una acción constante. Además está en imperativo, por lo tanto no es una sugerencia o favor que nos piden, ¡no! Es una orden. Por lo tanto, el extender el reino de Cristo o de los Cielos por toda la humanidad, es una tarea para todos los cristianos, no es tanto solo para unos cuantos escogidos, que si han decidido hacerle caso a Dios.
Extender o crecer, también nos da la capacidad de comenzar de nuevo. Incluso de cambiar si así las circunstancias lo requieren. Por lo tanto tenemos que aprender a ser unos disconformes espirituales, sabiendo que lo mejor está por llegar y que es Dios quien lo provee. No podemos conformarnos con menos de lo que Dios nos promete.
La Mente de Cristo, que ya está en ti y en mí, es una mente de abundancia nunca de escasez. Es una Mente dadivosa y no mezquina. Por eso extender es crecer e ir más allá, incluso de las perspectivas que puedas tener en Dios. Recordemos que Dios tiene planes mucho más grandes para nosotros, tanto que ni alcanzamos a imaginar.
La sobreabundancia de la Mente de Cristo está basada en el amor. Por eso debemos seguir extendiendo el reino de Cristo y su Justicia.
Atrévete a decir en voz alta: “estoy dispuesto a entregarlo todo por continuar la extensión del reino de Dios, porque yo vivo en su sobreabundante amor”.
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En esta enseñanza, hablaré acerca de mi identidad como hijo de Dios. Sí quieres otros artículos completos, entra en la web y lee los estudios allí publicados, compártelo y suscríbete:
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Dios te bendiga y traiga revelación a tú vida de la Mente de Cristo que ya está en ti
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