¡MÍ NUEVO CARÁCTER: SOY INTERCESOR!
Pudiéramos hacer algunas cosas, pensando solamente en nosotros de manera egoísta. Pero cuando cambiamos nuestra mentalidad natural por la Mente de Cristo, comenzamos a construir pensando también en las personas que nos rodean, desde la casa hasta la sociedad misma. Cuando en mí corazón sucede esto, el estilo de oración cambia absolutamente. Dejo de estar pidiendo como un borrego me: dame, concédeme, ayúdame, cuídame, protégeme, etc. No significa esto que no lo sigamos pidiendo, pero poco a poco comenzaras a experimentar que estás cosas ya están siendo efectivas en ti, por lo tanto debemos de comenzar la experimentar el segundo plano. Y este es el hermano le: ayúdale, concédele, cuídale, dale, etc. Comenzaremos a vivir de tal manera, que experimentaremos que la bendición de los otros, también me llega y por lo tanto, comenzáremos a ser bendecidos todos. Al Profeta Nehemías, le tocó vivir está situación. Él fue uno de los exiliados a Babilonia, pero gozaba de una buena posición en el gobierno, era un mandatario real, encargado de comprobar que no intentaran envenenar al rey a través del vino. En cierta ocasión, debió presentarse delante del rey para servirle, pero su corazón estaba afligido por una reciente noticia sobre su país de origen. Por lo que el rey, le permitió volver allí y reconstruir todo lo que se había destruido y devolver la dignidad a quienes la habían perdido. Todo comenzó, porque se afligió e intercedió por los demás:
“Y me dijeron: El remanente, los que quedaron de la cautividad, allí en la provincia, están en gran mal y afrenta, y el muro de Jerusalén derribado, y sus puertas quemadas a fuego. Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos. Y dije: Te ruego, oh Jehová, Dios de los cielos, fuerte, grande y temible, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos; esté ahora atento tu oído y abiertos tus ojos para oír la oración de tu siervo, que hago ahora delante de ti día y noche, por los hijos de Israel tus siervos; y confieso los pecados de los hijos de Israel que hemos cometido contra ti; sí, yo y la casa de mi padre hemos pecado.”
Nehemías 1:3-6 RVR1960
Existe una gran diferencia en la posición de los libros entre la Biblia Hebrea y la nuestra. Para ellos, después de Crónicas siguen los libros de Esdras y Nehemías. La nación de Israel, consideran de tal importancia estos libros proféticos, aunque sean pequeños, en comparación a otros profetas. Pero la interacción tan profunda por el clamor y acción de ellos, marcó un antes y un después en la historia de la vida de Israel. Este segundo templo reconstruido, demostraría que Dios sigue con ellos, y su respaldo no se apartado, aun reconociendo ellos la falta de fidelidad del pueblo, a Dios.
Nehemiás supo conectar su corazón a la necesidad de nuestro Dios, al igual que la necesidad de los hombres, por eso, alcanzó o entendió lo que significa alinear, el cielo con la tierra. Dios le respaldó en todo. Permitió que reconstruyera completamente la vida de Israel a través del muro de defensa de la ciudad, en tan solo 52 días. Aún en medio de las pruebas y dificultades internas, alcanzó todo aquello que se propuso.
La intercesión debe estar unida a la acción, como lo dijo el Apóstol Santiago:
“Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.”
Santiago 2:14-17 RVR1960
El clamor te lleva la acción. Ambas nacen en el corazón de nuestro Dios, el cual se manifestará en nosotros solo si sabemos buscar en su presencia. Dios ya lo a hecho, por lo tanto tenemos la certeza que lo volverá hacer. Es por ello que, me atrevo a decir, intercede delante de nuestro Dios y él te mostrará cosas grandes y ocultas, las cuales tú no te imaginabas.
“Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.”
Jeremías 33:3 RVR1960
A propósito, para tener la verdad siempre por delante. Bajo mi necesidad de servir a las iglesias, me gustaría contactar personalmente contigo y la comunidad cristiana que a diario leen este devocional, visitarlos, tomarnos un café y trabajar con Ustedes, seguiré enviando este mensaje para obtener respuesta vuestra. Tienen todos mis contactos en la parte inferior de este mismo.
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En esta enseñanza, hablaré acerca de mi identidad como hijo de Dios. Sí quieres otros artículos completos, entra en la web y lee los estudios allí publicados, compártelo y suscríbete:
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Dios te bendiga y traiga revelación a tú vida de la Mente de Cristo que ya está en ti
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