3 de noviembre de 2019

¡VIVIENDO EN LA PIEL DE OTRO!

¡VIVIENDO EN LA PIEL DE OTRO!




Hasta que no te entienda, no puedo ayudarte.





Como seres humanos, solemos cometer muchos errores. A nivel físico, como espiritual. Estos errores muchas veces los cometeremos por una incorrecta interpretación o entendimiento del significado de las palabras. Para este caso o devocional, tendemos a confundir la simpatía con la empatía, palabras ambiguas, pero, tenemos que tenerlas muy claras, al momento de transmitir el Evangelio de Cristo, siendo unos buenos imitadores suyos.

Según la RAE, la simpatía es: inclinación afectiva entre personas, generalmente espontánea y mutua. Mientras que la empatía es: sentimiento de identificación con algo o alguien; capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos.

En mis propias palabras, la simpatía me lleva a tener un afecto (no necesito amarlo) por algo o alguien, mientras que la empatía, permite ponerme en la piel de una persona que está sufriendo o viviendo una situación particular (sin necesidad de ser una mala circunstancia), para así compartir sus sentimientos. 

Nunca he tenido que pasar una noche en la calle, por la falta de un hogar o de recursos económicos, pero si soy papá y tengo a mí hija mayor que tomó la decisión de ir a vivir su propia vida. Mi empatía por las personas en condición de calle, surgió hace muchos años, cuando conocí a un chico de nombre Pía, en la ciudad de Manizales. Él está oprimido por las drogas y, a consecuencia de una terrible inestabilidad juvenil, muy probablemente también lo esté del alcohol. Por eso, cuando tengo la oportunidad de salir por las calles, a repartir un sándwich y observo en los ojos de aquellas personas tiradas en el suelo, envueltas entre bolsas de dormir, que no hay nada, puedo sentir el dolor que siente Cristo, por aquellas personas, sin vida, opacas y sin alegría. Como las miradas de las personas, en los campos de refugiados, imágenes que nos llegan por un televisor, y no porque les estemos visitando o ayudando.







Quizás una de las excusas que tenemos para no servir a los refugiados sea, la distancia que tenemos con ellos, pero tenemos personas alrededor nuestros, que se sienten aislados, en condición de refugiados, aún en sus propias casas, trabajos o lugares de estudio.

Jesucristo tuvo un caso similar, una persona desplazada por la sociedad de Israel, le rechazaban por ser un vendido o traidor de la nación, pues siendo uno de ellos, trabajaba para el Imperio Romano:

“Cuando Jesús pasó por allí, miró hacia arriba y le dijo: «Zaqueo, bájate ahora mismo, porque quiero hospedarme en tu casa.» Zaqueo bajó enseguida, y con mucha alegría recibió en su casa a Jesús. Cuando la gente vio lo que había pasado, empezó a criticar a Jesús y a decir: «¿Cómo se le ocurre ir a la casa de ese hombre tan malo?» Después de la comida, Zaqueo se levantó y le dijo a Jesús: —Señor, voy a dar a los pobres la mitad de todo lo que tengo. Y si he robado algo, devolveré cuatro veces esa cantidad. Jesús le respondió: —Desde hoy, tú y tu familia son salvos, pues eres un verdadero descendiente de Abraham. Yo, el Hijo del hombre, he venido para buscar y salvar a los que viven alejados de Dios.”
Lucas 19:5-10 TLA

Me gustaría tener por escrito lo que enseñó Jesucristo en aquella cena, para encontrar que simplemente no dijo nada relevante o enjuiciando a Zaqueo, tanto como sí lo habían hecho los seguidores suyos. Si no tenemos relato de aquella escena, es porque la conversación fue de lo más típica y corriente, como cuando sales a un bar a comer una tapas y disfrutar tus amistades. 

Desde hace varias semanas, estoy buscando la manera de poder ir a visitar diferentes personas en igual numero de ciudades y compartir tan solo un café con aquellas personas que siguen este devocional. Porque considero que es más fácil evangelizar, tomándonos un café con muchos amigos, en un ambiente neutral y hablar de Cristo, cara a cara, desde una posición plana, sin tener un púlpito que nos separe. Porque a las personas se les acerca a Dios, por medio del amor y la sencillez, tanto como Jesucristo se ganó a Zaqueo, quien no escuchó un gran sermón para ser convencido, vio la humildad y sencillez del Maestro, llenándolo de amor y por ello, se arrepintió  cambiando su estilo de vida.

¿Estás buscando al necesitado para bendecirlo y acercarlo a su salvación?
¿Estás sirviendo para criticar, juzgar o murmurar  a los demás?

Toda nuestras actitudes anteponiendo el amor, acercan a las personas al arrepentimiento. Esto les ayudará para sanear sus heridas y con ello, llevar un nuevo estilo de vida.

A propósito, bajo mi necesidad de servir a las iglesias, me gustaría contactar personalmente contigo y la comunidad cristiana  que a diario leen este devocional, visitarlos, tomarnos un café y trabajar con Ustedes, seguiré enviando este mensaje para obtener respuesta vuestra. Tienen todos mis contactos en la parte inferior de este mismo.

Comparte este post, permite que otros se beneficien de la bendición de leerlo, quizás están buscando el Camino y esta sea la forma de encontrarlo a él. Pues #hechos29laobrainconclusa es una realidad.


En esta enseñanza,  hablaré acerca  de mi identidad como hijo de Dios. Sí quieres otros artículos completos, entra en la web y lee los estudios allí publicados, compártelo y suscríbete:

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Dios te bendiga y traiga revelación a tú vida de la Mente de Cristo que ya está en ti






  



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