31 de mayo de 2020

UN DOBLE MILAGRO

UN DOBLE MILAGRO







Aunque nos digan que no, seguiremos esperando el milagro.











EN este día, traemos el testimonio que nos envió Luz Domínguez Gómez, desde Orlando Florida. Ella nació en el seno de una hermosa familia cristiana, la cual han perdurado en esta devoción a Dios, porque saben que Dios lo creó todo y a él debemos la honra, la gloria y el honor, por los siglos de los siglos, amén.



“Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién creó estas cosas; él saca y cuenta su ejército; a todas llama por sus nombres; ninguna faltará; tal es la grandeza de su fuerza, y el poder de su dominio ¿Por qué dices, oh Jacob, y hablas tú, Israel: Mi camino está escondido de Jehová, y de mi Dios pasó mi juicio? ¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance”

Isaías 40.26-28 RV60


Luz nos cuenta: estos testimonios, reflejan el poder del amor familiar y el poder de la oración a Dios, cuando se hace buscándolo desde nuestros hogares.


Mi papá, Saúl Domínguez, en un viaje de vacaciones unos diez años atrás, comenzó a manifestar problemas digestivos, en una primera consulta médica, no se encontró nada, después de cuatro días sin mejorar, decidió visitar a un especialista en Gastroenterología, el cual le diagnosticó Oclusión Intestinal, inmediatamente fue operado, después de un mes de hospitalización, él pudo volver a casa en USA. 


Una vez llegamos a Orlando, observé su estado febril y un gran hematoma, por lo cual, rápidamente nos trasladamos al hospital local, allí con la presión sanguínea por los suelos, sufrió un fuerte ataque,  fue trasladado a la UCI con un diagnóstico de tan solo un 20% de probabilidades de vida, y  fue allí como familia que le dijimos a los médicos: “pues vamos a luchar por el 20% que Dios hará el resto”.









Efectivamente, confiados en las oraciones familiares y las cadenas de oración que se hacían por la sanidad de mi papá, comenzamos a ver los milagros diariamente, Dios lo recuperó de manera sobrenatural así: nos dijeron que el proceso de cicatrización sería en seis meses aproximadamente, pero ocurrió en 2 meses. Supuestamente la colostomía, mínimo para dos años, solo gracias a Dios, en seis meses fue retirada, devolviéndole la dignidad y así el se recuperó extraordinariamente. 


El segundo milagro es con mi mamá Alba Lucía Domínguez, ella comenzó aparentemente con una gripe común, pero pronto se convirtió en una deficiencia respiratoria crónica, también comenzó a sufrir una infección urinaria, por lo cual y alertados fue llevada al hospital, donde le diagnosticaron Bronquitis. Al segundo día, fue trasladada a la UCI pues acababa de sufrir un paro respiratorio. 












En esta área, nos fue permitido a todos los hijos y familiares cercanos, pasar a darle el último adiós,  porque de aquella noche no pasaría, pero como mis papás nos habían enseñado, estuvimos orando a Dios y pedimos a los familiares hacer cadenas de oración para la sanidad de mi mamá y así fue, ella permaneció en la UCI un mes, sufrió un par de paros respiratorios, pero Dios, nos permite estar gozando del amor, sabiduría y ternura que nos dan nuestros papás, recogiendo los frutos de amor, paciencia y sabiduría que nos han sembrado, no solo a nosotros los hijos,  sino a todos aquellos que se han sentado en su mesa  compartiendo con ellos, y han escuchado sus consejos.


La oración a Dios es real y efectiva, no importa la edad que se tenga, que tan cerca o distante creas que estás de Dios, él es fiel y verdadero y nunca deja de cumplir sus promesas, Jesucristo a través de Su sacrificio en la Cruz, ya nos sanó.


“Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados”

Isaías 53.5 RV60




Alba Lucía y Saúl Domínguez





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UN DOBLE MILAGRO










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30 de mayo de 2020

DIOS YA LO CUMPLIÓ

DIOS YA LO CUMPLIÓ





No dudemos, porque ciertamente lo veremos cumplido.













DIOS nunca deja de sorprendernos, estamos viendo milagros extraordinarios que están pasando ahora, no fue un acto de la iglesia primitiva, es en el ahora que ocurre. Este testimonio, me lo envía Wilmar Vera, Pastor de la Iglesia SU GRACIA en Salamanca, España. 








 

“No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad”

Isaías 43.18,19 RV60



Wilmar nos comparte: Quiero hablarles del milagro más asombroso, ese es mi testimonio. El milagro de conocerle. La cuarentena ha generado muchas consecuencias, pero nosotros como iglesia pudimos ver a Dios haciendo algo precioso en un momento en el que la mayoría nublaba su vista y no puede ver más allá. 


Dios nos llevó a un desierto; nos dolía no poder salir de casa, perder nuestros trabajos, la angustia de la muerte rondando, las noticias cada vez más negativas. Pero a la vez, y casi como contradictorio escuchaba a los hermanos decir: Dios me está hablando, Dios está haciendo algo en mi, Dios me está moviendo a buscarle...y efectivamente algo sobrenatural ha ocurrido en estos días de encierro, con la evidencia irrefutable de vidas transformadas en el más grande de los milagros que es ponerle conocer a Él.  










Él lo prometió: "pero he aquí yo la atraeré y la llevaré al  desierto, y hablaré a su corazón"...y lo cumplió!


“Pero he aquí que yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón. Y le daré sus viñas desde allí, y el valle de Acor por puerta de esperanza; y allí cantará como en los tiempos de su juventud, y como en el día de su subida de la tierra de Egipto. En aquel tiempo, dice Jehová, me llamarás Ishi, y nunca más me llamarás Baali”

Oseas 2.14-16 RV60


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29 de mayo de 2020

3 VICTORIAS

3 VICTORIAS






Ya estaremos contando ese nuevo milagro











                EL día anterior invite a escribir testimonios de los milagros extraordinarios de Dios, este nos lo envía Andy Victoria.


Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?

Juan 11.40 RV60



Vivo en la Ciudad de México, mí madre Iguala, Guerrero, México. Nos dividen 3 horas de camino en carretera más dos horas más de camino de mí casa a la carretera. 


Ella ha sido tratada por años de riñón a través del ISSSTE (es maestra jubilada). Le llegué a acompañar a varias citas en el transcurso de estos años, pues trato de viajar seguido a verle. La pandemia decretada, me dejó en una situación económica difícil: al pasar el primer mes de decretada en mí país, recibí una llamada,   ella estaba enferma y yo me puse a orar solamente, no hice nada por ir, pese a que yo sentía que debía hacerlo. Tres veces intentaron internarla desde el 30 de abril del 2020. Los tres intentos fueron fallidos.


Oré para que Dios le diera a mi hermana sabiduría y por toda contestación mi hermana me llamo pidiéndome ir. En ese momento empecé a buscar la forma de llegar y Dios mando inmediatamente el boleto. Llegué en la noche y mi mamá estaba recostada en el sillón, sus ojos hundidos y con un aro negro, no estaba coherente. Yo oré mucho y todo el camino me fui investigando lo que era entrar a un hospital de gobierno en estas épocas. Ninguna opinión era buena. Unos dijeron que el Covid19 estaba ahí y otros me dieron testimonio, aunque no lo tuvieras, te etiquetaban con él.


Consulte doctores, periodistas y trabajadores de salud, amigos míos, quienes me ayudaron, pero me pidieron no hablar de lo que me dijeron. Así que yo, llegue más que convencida de que no debía llevar a mi mamá a internarla y que Dios había cerrado esa puerta. Intente convencer a mí familia de estas visiones, pero no me creyeron, de hecho se burlaron de mí. 


A la mañana siguiente, oré nuevamente, pedí ayuda a siervos y a hermanos en oración. Me límite a acompañar a mi madre junto con mi papá al hospital; les advertí que si yo veía algo adentro (pues era yo la única que podía ingresar con ella por las reglas de edad y demás que nos impusieron) no iba a escatimar en salir de la forma que fuese necesaria. 


Llegamos en un taxi por urgencias y nos negaron el acceso. Mi padre traía ya una hoja de hospital particular donde le pedían a través de un diagnóstico al ISSSTE hacer una hemodiálisis urgente. El acceso fue negado pues decían habían ingresado 4 casos Covid19 al lugar. Yo miré a mi papá y le dije: ¿Si no ves con esto la realidad no sé qué más necesites para ver qué está es la peor decisión que puedes tomar?. Aun así, llegamos a la otra entrada y él presentó la hoja mientras yo me preparaba en oración para ingresar con mí madre tiempo completo. La angustia en mí corazón de saber que estaba haciendo algo que Dios había mandado no hacer se apoderó de mí. Salí un momento y los policías de la entrada se acercaron, uno dijo ser cristiano y le dijo a mi papá que no ingresará a mi madre. 


Yo pude hablar con mamá en los pocos minutos de coherencia que tuvo, la habíamos sentado en una silla de ruedas y le rogué que escuchará a Dios y no entrará. Yo vi claramente como el Espíritu Santo le hablo y ella misma pidió no entrar. Esa fue la primera victoria. 









Para la segunda, mi papá llamo a sus familiares y una de ellas le dijo que efectivamente, no debía ingresar a mí mamá porque los rumores de lo que pasaba adentro de los hospitales eran todos negativos. Así que, ella nos mandó a un hospital particular. Yo no tenía nada de dinero, llegue con mí solo boleto a Iguala. Mi papá tampoco tenía nada. Regresamos a casa y le dijimos a mí hermana de la decisión, ella se enojó y mi cuñado también se molestó. Pero yo volví a orar y el Espíritu Santo redarguyó a mí hermana, una persona llegó a la papelería que tiene en casa y le dijo que había ingresado un enfermo de otra cosa y le etiquetaron Covid19 y no había vuelto a su casa, ni los habían dejado estar con él. Entonces ella habló con su esposo y fue a solicitar un préstamo de $30 mil pesos mientras mí padre y yo buscamos ayuda y vender nuestras pertenencias, no tuvimos que hacerlo pues en total a través de amigos y familiares, Dios nos mandó otros $10 mil. Solo necesitábamos $13 mil según el doctor que le iba a colocar el catéter para la hemodiálisis. Esa fue la segunda victoria en Cristo. 


Ingresamos esa misma tarde a mamá en el hospital particular, nos prometieron sacarla en unas horas, pero cuando le hicieron los estudios su hemoglobina reportaba un 5 y además tenía un O negativo que es una sangre difícil, el ISSSTE le había puesto a sus estudios O positivo (¿se imagina si la hubiera ingresado allá?, Definitivamente le hubiesen hecho un shock de sangre y la hubieran etiquetado Covid19).


Así que, nos pidieron donadores para una transfusión urgente de sangre. Para no extenderme más fueron en total 6 los donadores y dos paquetes de plasma. Dios la sostuvo porque según los médicos ella estaba ya al borde de un paro cardíaco. Sin embargo, pese a que no estaba al 100 por ciento podía pararse y desplazarse. Ella pesa 100 kgs y tiene 70 años. En este lapso pasaron 3 días de hospitalización, le empezaron a dar fiebres, así que, no se le podía poner el catéter. Su médico, salió a decirme que posiblemente era Covid19 y yo me reí y le dije que en el nombre de Jesús, reprendía su diagnóstico. Se redarguyó y no volvió a tocar ese tema. 





Andy y Mamá después de salir del Hospital






Me la viví en vela completa casi todo el tiempo, no me despegue de ella, pese a que aquí si podía entrar mi padre y mi hijo a ayudarme. Llamadas, oraciones, en vivos, rodillas en el patio, Biblia en mano. Fue intenso todo lo vivido. 


Dios me hablaba a cada paso. Dios me decía que hacer. Así que, yo note que sangraba y sangraba y que la sangre que entraba en transfusiones salía por el baño, tome fotos. Pero los doctores jamás se enfocaron en eso, ellos insistían en su riñón. Una hermana desde México, quien trabaja en el ISSSTE en CDMX estuvo orando y Dios le habló y le dijo que me dijera que mamá debía orar por un diagnóstico correcto. Que debía una cuenta y que eso estaba complicando todo. Así que, yo salí a clamar en las piedras y me hinque sobre ellas rogándole y gritándole por la vida de mi madre. Ahí sentí que algo más podía hacer. Entre con un aceite de oliva y ungí su cabeza con autoridad, pedí perdón por mis pecados, los de mi madre y my padre, entonces pasó ¡lo insólito!, el doctor entro y dijo que ya nada podía hacer pues el problema de mí mamá no era su riñón. Esa fue la tercer victoria. 


Salí entonces del hospital como loca buscando una colonoscopía, fue al ISSSTE a pelearla, era sábado y no había quien me atendiera (increíblemente) llame a México a quejas. La licenciada que me atendió hablo al hospital y a ella le negaron el servicio, fue increíble, me pedía que no gritara porque yo hablo alto y estaba en la calle, no porque la agrediera ni nada pero ella así se sintió, y ella terminó peleando con medio hospital. 









 Yo estaba segura de que Dios iba a ayudarme nuevamente (solo recordar todo esto me pone un nudo en la garganta). No había médicos, había nuevamente casos Covid19 y la zona infectada. Llegue justo cuando la estaban descontaminando. A mí Dios me había dicho meses atrás que a mí el Covid19 no me tocaría. No había cirujano, no había colonoscopía, ni a dónde trasladarla. Yo estaba ya desesperada pero Dios me había dicho que decir... Y el nuevo milagro llegó. Un doctor con un cargo más pequeño, me habló por aparte y me dijo que de forma clandestina alguien podía ayudarme (trabajar honestamente se volvió clandestino, así estos tiempos). Me dio un número de teléfono de un doctor Gastroenterólogo y yo corrí a llamarle. Me dio cita para el día siguiente y preparó mientras el ingreso.


Mientras tanto llame al hospital y la prepararon para la colonoscopía, esto a base de purgantes, pues el intestino debe estar limpio. Llegamos al siguiente día con este médico, ya el dinero se agotaba, $9mil pesos me cobró. Me instruyó para que el ISSSTE me reembolsará los gastos (es un trámite algo largo y complicado por cierto). Le cauterizaron por dentro. El sangrado paro. Regresamos al hospital y pedí un alta voluntaria, su médico le recetó muchas medicinas. Salimos ya. La fueron a traer mí papá y mí cuñado mientras yo me quedé porque la cuenta del hospital cambio y me cobraron el doble de lo que me habían dicho. Ya no tenía dinero, así que, firme un pagaré que aún debo y que me dejó en un problema con los familiares de mi papá, pero mí madre estaba bien y eso era lo importante.


Ya en casa el sangrado volvió.... Fue desesperante, pero las fiebres cedieron. Y otra vez Dios me sorprendió... Le dimos un té y eso cedió el sangrado. Una noche Dios me puso a orar por otros enfermos y ahí el milagro completo. 


El trámite del reembolso sigue pendiente, pero estoy segura que Dios nos dará la victoria pese a que el hospital nos niega factura para los gastos. Ya estaremos contando ese nuevo milagro. Yo lo creo. Dios es fiel.




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