COMO UNO MÁS
No hemos comido de balde, ni el pan de nadie.
TENEMOS dos maneras de trabajar, una seria física y la
otra será pues, mentalmente. En ambas encontraremos la necesidad de un esfuerzo,
nada obtendremos gratis, habrá que luchar y estar dispuestos a pagar
sacrificios. Quien decide ser un trabajador, tendrá que especializarse y
aceptar las condiciones que ofrezcan en los trabajos. Quien desee ser un
intelectual o académico, deberá aprender, renovarse, actualizarse con la
lectura, etcétera.
Hace muchos años, la
gente consideraba que el trabajo fue la maldición que heredamos del Paraíso,
pero, esto está tan lejos de la realidad, ya que el trabajo es una gran bendición
para el ser humano. Si nos fuéramos al texto del Génesis, encontraríamos que
antes de Adán tener mujer, fue el administrador del Jardín del Edén. El trabajo
ya existía en la prehistoria de la humanidad, no fue fruto o consecuencia de la
desobediencia.
“El que labra su
tierra se saciará de pan; Mas el que sigue a los vagabundos es falto de
entendimiento”
Proverbios 12. 11
RV60
Quien siembra, lógicamente
cosechará. Esta es una ley universal y sobre ella, no existe ningún
cuestionamiento, todo lo contrario, simplemente afirmaciones.
Recuerdo que desde
niño me gustaba trabajar, tendría siete años y salía a vender cigarrillos a los
bares y cantinas. De allí mismo, recogía las botellas vacías para ir a venderlas
en las tiendas de pintura para el disolvente. Conforme fui creciendo, exploré
diferentes mercados de compra y venta. Hoy soy un empleado en un colegio, pero
toda mi experiencia laboral, me ha servido para traer el sustento a casa y para
poder cosechar, lo que haré en el mañana. Prosigo mi carrera de Teólogo y con
ello, dar testimonio a muchos que: ¡si se puede!
“Pero por la gracia
de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he
trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo”
1 de Corintios 15.10 RV60
El Apóstol Pablo, no fue en ningún momento ni un mantenido, ni un
aprovechado, él hablaba múltiples idiomas, teólogo por profesión, mercader y hacedor
de carpas por herencia. Con todo y ello, nunca dejó de reconocer que era por la
gracia de Dios, pues Dios mismo era quien le sustentaba y mantenía en la vida. Por
eso él trabajó como uno más, nunca le sirvieron un plato de lentejas que no se
hubiera ganado y desde luego, nunca se recostó en una familia para ser mantenido.
Trabajemos y demostremos que el trabajo es una bendición que Dios ya nos ha
dado.
COMO UNO MÁS
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