MI TRABAJO, ME
DIGNIFICA
Acaso, ¿este menester es menos que barrer?
HOY son muchos los que
consideran que un predicador, apóstol, misionero o pastor son unos meros
charlatanes, llenos de grandilocuentes discursos y que se aprovechan de las
ofrendas eclesiales solo para engordar sus bolsillos. En muchos casos y con vergüenza
ajena, deberé reconocer que, si es así, pero no todos tenemos que estar en el mismo
costal o saco, muchos con esfuerzo y tenacidad, sacrificio familiar, y una
larga lista de posibilidades, ocupan y están en los sitios en los cuales han
sembrado y hoy cosechas sus labores.
Hoy quiero traer esta
gran verdad: la profesión de Teólogo es por antonomasia, una carrera para
fracasados, matizo mis palabras: el ser humano busca respuestas de la vida,
pero en su afán de hacerlo rápido y sin mayor esfuerzo, se escudan o soportan
en otros seres humanos que están por la misma labor, cuando él único que puede
dar respuestas a los interrogantes de la vida, es el mismo Dios, por medio de
una única e intima comunión con el ser humano. De ahí en adelante, todo es mentiras
y religiosidad. Por lo tanto, como teólogos, nunca podremos resolver nada… solo
podremos mostrar puertas y enseñar a como resolvimos (si es que lo hicimos en
alguna situación) y esperar que cada cual decida. Así que, el trabajo dignifica
y si porque no, podríamos merecer estar en el lugar que estamos.
“Comerás del fruto de
tu trabajo, serás feliz y te irá bien”
Salmo 128. 2 DHH
El zapatero remendón,
que con su pegamento e hilo vuelve a dar vida a unos zapatos, es digno en su
profesión y merece comer diariamente. El barrendero, con su escoba y bidón,
limpia las calles por las cuales tu y yo paseamos, es digno de llevar un plato
de comida a casa. Entonces, ¿por qué los ministros de Dios, no somos dignos, ni
reconocidos? ¿por qué se nos juzga y critica cuando solicitamos ofrendas a la
congregación, libre y voluntariamente conforme han progresado?
“Después les dijo:
«Miren, a ustedes les doy todas las plantas de la tierra que producen semilla,
y todos los árboles que dan fruto. Todo eso les servirá de alimento”
Génesis 1. 28 DHH
Esa idea idílica que sugiere
que Adán no hacía nada, debería desaparecer de nuestras mentes. Los árboles
frutales que existen se tienen que sembrar y cosechar… si sembramos nada, eso
cosecharemos, por lo tanto, nada comeremos.
Si el trabajo
dignifica, hagamos todo como para Dios. El trabajo nos proporciona el llevar
bienestar a casa, hagámoslo con excelencia. Busquemos a Dios aún con nuestros más
sencillos actos.
MI TRABAJO, ME
DIGNIFICA
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