¿NEGANDO A JESUCRISTO?
Tu fe te ha salvado.
EN el segundo siglo de nuestra era, el Obispo
Ignacio de Antioquía, uno de los padres apóstoles de nuestra fe declaró: “para
mí, los archivos son Jesucristo, su cruz, su resurrección y la fe que viene de
él”. Por la misma época Papías dijo: reconozcamos sin ningún problema que el
evangelista Marcos no había sido discípulo de Jesucristo, sino que se limitó a
escribir lo escuchado de Pedro. Marcos, quien por deducción hubiera podido
abandonar la fe y sus deseos de servir, desde luego también hubiera podido
negar su fe en Jesucristo, tal como ocurre hoy en muchas congregaciones, donde
los líderes que son poco tenidos en cuenta se alejan de las iglesias y, desde
luego llegan a abandonar la fe, negando a Jesucristo y su obra redentora.
“Al salir él para seguir su camino, vino uno
corriendo, e hincando la rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno,
¿qué haré para heredar la vida eterna? Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno?
Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios. Los mandamientos sabes: No adulteres.
No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre
y a tu madre. El entonces, respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto lo he
guardado desde mi juventud”
Marcos 10. 17-20 RV60
Este pasaje, podríamos considerarlo como uno de
los más tristes y absurdos en el canon bíblico. Esta persona que se acerca a los
pies de Jesucristo podría representar a cada joven nacido dentro de una familia
cristiana, bajo el amparo de toda la congregación, pero que no ha tomado una decisión
de fe y de convicción por Jesucristo, por lo tanto y por tradición,
religiosamente asiste a la congregación y siendo un líder de la propia iglesia,
pero el amor por todo lo que ha obtenido, no le deja ver el verdadero objetivo
de la vida.
“Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo:
Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y
tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. Pero él, afligido
por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones”
Marcos 10. 21-22 RV60
Alcanzamos a dimensionar esta escena: Jesús amo
y le dijo a este personaje: ¡sígueme! Estas expresiones de amor y deseo de
trabajar con una persona específica, Jesucristo, solo lo manifestó en el
llamamiento de los cuatro primeros apóstoles; Cristo vio algo en esta persona
que lo amó y le dijo que fuera su apóstol, pero este último deliberadamente decidió
negar a Jesucristo, por el motivo que fuera, simplemente el amor y apego que
tenía por si mismo y por sus logros, no le permitieron ser uno de los doce. Por
su parte, Marcos, aunque no fue elegido entre los doce y posiblemente Cristo no
le dijo sígueme, llegó a ser considerado como uno de los doce apóstoles y nos
trajo el escrito más antiguo de la fe, vida y resurrección de su Maestro, Jesucristo,
nuestro redentor. Y a nosotros ¿qué nos falta para aceptar la invitación de
Cristo a dejarlo todo y seguirlo?
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