CUIDEMOS NUESTRO HABLAR
Creyéndonos sabios, parecemos fatuos.
ES tan fácil juzgar y criticar, pues solemos creernos
dioses, actuando y hablando como tales, pero en realidad es nuestra vanidad e
idolatría, las que nos impulsan a llevar ese mal estilo de vida. En el
trascurso de la última década y principalmente en los últimos años, me ha
tocado vivir y escuchar verdaderas herejías contra el Espíritu Santo, por
intentar supuestamente defender la fe ante falsos profetas, seudo apóstoles y
toda clase de malos apelativos que se utilizan contra ministros y siervos de
Dios, los cuales están extendiendo el reino de Cristo, con los dones que les
han sido dado y de la manera en la que el propio Espíritu de Cristo les ordena
que tienen que vivir ese determinado llamado. El problema surge, en este caso
es para esos apologetas de la fe, como si Cristo necesitara defensores, atacando
esos ministerios blasfeman contra el poder de Dios manifestado a través de los
dones y milagros del Espíritu Santo.
“De cierto os digo que todos los pecados serán
perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera que sean”
Marcos 3. 28 RV60
La línea que separa el juicio y el buen criterio
con respecto a la blasfemia es demasiadamente delgada, de mi parte, no estoy
dispuesto a discurrir sobre esos carriles; desde luego, mi consejo es, sí lo
estamos haciendo, que nos arrepintamos y dejemos de hacerlo. Hablar mal,
insultar, utilizar palabras inadecuadas, decir que un milagro es hecho por el
adversario en vez de darle la honra al Espíritu de Cristo, conforman parte del
repertorio de acciones que nos llevan a la blasfemia contra él.
Los religiosos de la época blasfemaron contra
el Espíritu de Dios, al decir directamente que Jesucristo, estaba endemoniado y
por Beelzebu hacía todos estos milagros, hechos y prodigios, pero en realidad,
ellos decían esto por envidia, pues Jesús de Nazareth no deseaba seguir sus reglas
tradicionales y rancias, él seguía las ordenes directas del Padre Celestial,
siempre guiado por el Espíritu de Dios.
“Pero cualquiera que blasfeme contra el
Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno. Porque
ellos habían dicho: Tiene espíritu inmundo”
Marcos 3.29-30 RV60
Cuando Dios nos revela sus secretos en contra de
alguien, lo hace con la firme intención de corrección hacía este, sin embargo,
es más fácil decirlo que hacerlo, por lo tanto, en vez de estar criticando y
blasfemando, estemos orando por aquellos siervos y ministros de Dios, para que
sí están haciendo algo indebido, sean guiados y corregidos por Dios, dejemos
que Dios actúe y traiga esa corrección, no sea que nosotros acumulemos ascuas
por meternos donde no nos han llamado.
CUIDEMOS NUESTRO HABLAR
Dios te bendiga y traiga revelación a tú vida de la Mente de Cristo que ya está en ti.
Si quieres que estemos
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