EL RECONOCIMIENTO
Lo que diga y piense Dios de nosotros es lo que realmente cuenta.
LA aceptación de los demás es un largo proceso
que nos llevará por caminos inciertos. Por ello, toda nuestra seguridad, dependencia
y aceptación debería estar sujeta a lo que Dios piense, proporcione y considere
de nosotros. Sin embargo, el ser humano estas características las busca en otras
personas, las cuales también está necesitadas de Dios y están buscando ser llenas
de dichas carencias. Jesucristo dijo: sois ciegos guiando a otros ciegos. Este escrito
lo hago desde la experiencia, pues, como ya he escrito en otras ocasiones,
durante muchos años busqué la aceptación y aprobación de otros antes que de
Dios. Hoy no digo que esté libre de esta carga, solo digo que, todos los días
tomo mi cruz y sigo a Jesús de Nazareth para intentar llegar a su altura y
estatura.
“Entonces vino una nube que les hizo sombra, y desde la nube una voz que
decía: Este es mi Hijo amado; a él oíd”
Marcos 9. 7 RV60
Para un judío hablar del
Eterno o del Todopoderoso, era una cuestión mística casi intocable con visos de
acción prohibitiva. Por ello, el que los cielos se abrieran y que se escuchara
la voz del Padre Celestial hablando acerca de la autoridad, poder y procedencia
del Hijo de Dios, Jesús de Nazareth fue todo un desafío y nueva expectativa
para aquellos testigos de dicha locución afirmativa. Moisés, Elías, Pedro, Jacobo,
Juan, la corte celestial y la creación misma fueron testigos de aquel
portentoso y exuberante demostrativo del poder del reino de Dios sobre sus
vidas. Jesús de Nazareth, el Hijo de Dios, había sido reconocido por Dios.
Ahora Jesús de Nazareth ya es oficialmente Jesucristo. Ya puede encarar su
viaje a Jerusalén envestido con poder y autoridad, para que los seres humanos
lo juzguen, critiquen y rechacen. Pero él, está confiado, la única opinión que
realmente importa ya fue decretada.
“Y luego, cuando miraron, no vieron más a nadie
consigo, sino a Jesús solo”
Marcos 9. 8 RV60
De igual manera, nosotros deberíamos
depender de lo que Dios diga de nosotros. Solo nos basta considerar lo que dijo
el apóstol sobre el pueblo de Dios: Mas vosotros sois linaje escogido, real
sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que
anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz
admirable. Si nosotros nos creyéramos estás palabras de Pedro, el mundo hoy sería
totalmente diferente. Sinceramente nuestro mundo, sería otro si viviéramos como
lo que somos: hijos de Dios, coherederos de la gracia, portadores del Espíritu
Santo y de la Luz del mundo, de allí para adelante, no habrá nada que nos pueda
separar del amor y poder de Dios.
Dios te bendiga.
EL RECONOCIMIENTO
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siempre trayendo revelación a tú vida de la Mente de Cristo que ya está en ti.
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