LA RECIPROCIDAD
Ama a los demás de la misma manera que deseas
ser amado.
LA reciprocidad
consiste en una correspondencia mutua de una persona o cosa con otra.
Cuando rompemos esa regla se hace una desalineación de la justicia y nos creemos
superiores a los demás. El reino de los cielos, la reciprocidad es una
constante permanente entre los seres humanos y Dios. Sin embargo, entre Dios y
los hombres, la historia ha demostrado que es una falta completa de
reciprocidad, pues Dios, siempre da más que lo que recibe y desde luego,
siempre está dispuesto a seguir dando muchísimo más, hasta el punto de entregar
la vida de su Hijo Jesucristo como pago del pecado cometido en el Paraíso. Nuestro
desinterés por mantener la reciprocidad tanto con el cielo cómo con los seres
humanos, en vez de darnos una ventaja, nos deja en una posición inferior. Recordemos
aquel que desea ser el primero deberá ser el último, de la misma forma, quien
se pone de primero anteponiendo el egoísmo
será el postrero.
“Porque el que no es contra nosotros, por nosotros es.”
Marcos 9. 40 RV60
Después que Jesús de Nazareth revelara a sus discípulos
acerca de su cercana muerte y en ese proceso de enseñanza profunda que se había
enmarcado contra ellos, era el momento de darles un repaso acerca de la
reciprocidad. Fueron tres cortos mensajes, pero de tal calado que al apóstol Pedro,
se le quedó marcado para siempre y fue materia de predicación constante. Por ello,
Marcos no puede dejar de lado esta enseñanza y la escribió para que nosotros en
pleno siglo veintiuno gozáramos de este principio y aprendiéramos a aplicarlo.
“Y cualquiera que os diere un vaso de agua en mi nombre, porque sois de
Cristo, de cierto os digo que no perderá su recompensa.”
Marcos 9. 41 RV60
Ahora bien, el sistema religioso nos ha enseñado
a dar sin esperar nada a cambio. Pero, esa es una mentira como una casa, todos
los seres humanos hacemos y esperamos algo, primero del cielo y desde luego de aquellos
contra quienes lo cometemos. Esperar un acto de gratitud o de respeto por quienes
hemos servido, es lo mínimo que deseamos y buscamos. Aunque el cielo nos corresponde
con bendiciones que ni esperábamos, siempre queda en nosotros un mal sabor de
boca cuando alguien que hemos dado nuestro amor a través del servicio, nos sale
con una patada en el trasero y no recibimos esa reciprocidad esperada. Tenemos que
aprender a soltar esas heridas que nos causan aquellos malagradecidos que se
nos cruzan en la vida. Llevemos estas amargas situaciones delante de la Cruz
del Calvario y dejémoslas allí, que el cielo se encargará de darnos la recompensa justa, media y rebosante.
Dios te bendiga.
LA RECIPROCIDAD
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