UN SOLO CUERPO
Buscar problemas es muy sencillo, pero salir
de ellos es lo complicado de la vida.
CUANDO queremos dejarnos seducir
no somos consecuentes con lo que vendrá después de esa seducción. Ya sea a
nivel físico como en la esfera espiritual somos nosotros mismos los que abrimos
puertas innecesarias al adversario y al reino de las tinieblas. La seducción no
solo abarca la atracción física que podamos sentir sobre otra persona que no
sea nuestra pareja, incluye evidentemente los pensamientos de este siglo impregnados
de la maldad que manifiesta la falsa justicia del ser humano y que nada tiene
que ver con la voluntad de Dios. La corriente de este siglo o el sistema de
valores humanos, hacen una incorrecta interpretación de lo que se considera la
justicia divina, porque pretendiendo hablar de Dios, demuestran amor por el
dios hombre, simplemente siguiendo los caprichos de unos cuantos.
“Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer”
Marcos 10. 7 RV60
Ayer tuve la grandiosa oportunidad de compartir
con mi hijo Juan. Hablamos de los conflictos en la pareja y como el deseo del
ser humano es tener un matrimonio idílico, sin discusiones, contiendas o
cualquier tipo de altercado entre ambos, pero como bien le dije, eso es una
mentira. Cuando en una pareja no hay diferencias, posiblemente es porque uno de
ellos ha sido anulado por el otro, lo que convierte esta misma situación en una
violencia psicológica y dominativa de un ser humano sobre otros. En otras
palabras, es una violencia pacifica que no utiliza las discusiones ni los
alegatos pero maltrata la dignidad.
“Y los dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino uno. Por
tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.”
Marcos 10. 8-9 RV60
El problema de un matrimonio es tomar a la
ligera los votos que se hicieron al comenzar la relación. Amar, respetar,
cuidar, proteger, de extraños y desde luego de uno mismo. No soy una persona fácil
de tratar, mi humor tiene poco aguante, quizá por la diabetes. Mis inseguridades
las demuestro con gritos y manoteos en ocasiones involuntarios. Sin embargo, si
reconozco las promesas que le hice a Ani del Rio: luchar por su felicidad y amarla
toda la vida. Después de cada problema, de esta promesa me aprehendo. Somos un solo cuerpo aunque un malentendido
nos distancie. En el 2007 realice la siguiente promesa: pero yo y mi casa serviremos
a Dios Josué 24:5c. y de esta promesa también me aferro esperando el milagro de
Dios que nos sustente y mantenga unidos aun en la eternidad.
Dios te bendiga.
UN SOLO CUERPO
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