DEVOCIONAL CRISTIANO
OIGAN LO QUE VOY A DECIR
Solo quien no quiere escuchar es un verdadero sordo.
CADA vez que leo el libro de Hechos me convenzo de cambiarle el nombre. Porque cada capítulo de Hechos, es un fiel reflejo del obrar del Espíritu Santo en cada uno de los apóstoles y discípulos de Cristo. El Espíritu Santo es la promesa cumplida de Dios en la cual él mismo se comprometió a habitar entre los seres humanos de manera permanente. Esta promesa está aquí: Haz que me construyan un santuario para que yo habite en medio de ellos. Dos puntos apartes pero dentro del mismo tema, cabe la pena recordar que para Dios, el Espíritu Santo es intocable. Durante muchos estudios he hablado del amor, gracia y misericordia de Dios por la humanidad. Sin embargo, el propio Jesús de Nazaret, nos advirtió sobre el único pecado que no tendrá perdón: Por eso les digo que a todos se les podrá perdonar todo pecado y toda blasfemia, pero la blasfemia contra el Espíritu no se le perdonará a nadie.
“PERO ALGUNOS, BURLÁNDOSE, DECÍAN: ¡ES QUE ESTÁN BORRACHOS!”
Hechos 2.13
Oremos juntos: mi Dios, glorioso y majestuoso es tu Santo Nombre. Pero por favor Dios, no permitas que nunca llegue hablar o maldecir al Espíritu Santo tuyo para no herir tu Santa y perfecta voluntad y así, siempre este a cuentas contigo y todos mis pecados y blasfemias sean perdonadas.
Entonces, ¿qué es blasfemar contra el Espíritu Santo de Dios? Sinceramente, para mi no es posible dar una única respuesta, porque es muy amplio el abanico de posibilidades que podemos tener. En todo caso, me inclino a tomar un par ejemplo para comprender qué es blasfemar contra él: el primer ejemplo lo vemos en estas personas del versículo anterior. Ellos, por no entender lo que estaba pasando con los discípulos de Cristo, se atrevieron a mal interpretar lo sucedido. Así pues, a un don del Espíritu Santo lo llamaron borrachera. Por el mismo carril, pretendiendo hacer burla al ser humano, en realidad, hicieron burla al Espíritu Santo de Dios. Aquí concluye mi primer ejemplo.
“ENTONCES PEDRO SE PUSO DE PIE JUNTO CON LOS OTROS ONCE APÓSTOLES, Y CON VOZ FUERTE DIJO: «JUDÍOS Y TODOS LOS QUE VIVEN EN JERUSALÉN, SEPAN USTEDES ESTO Y OIGAN BIEN LO QUE LES VOY A DECIR.”
Hechos 2.14
Oremos juntos: Padre Amado, deseo prestar mucha atención a todo lo que ocurre alrededor mio para no pecar por acción o por omisión. Espíritu Santo, yo sé que si tu me guías no tendré perdida, en todo caso, siempre saldré triunfante al escuchar y obedecer tu voz.
El segundo ejemplo lo daré citando la misma frase apostólica aquí mencionada: oigan bien lo que voy a decir, si no estamos completamente convencidos que un milagro tal o especifico es fruto de la emoción del ser humano, no hablemos mal de esta persona y del suceso acontecido. No sea pues que, pretendiendo parecer muy “espirituales” nos ganamos un rechazo divino por estar blasfemando. Seamos pues cautos a la hora de dar nuestras opiniones acerca de los dones, talentos, frutos, milagros y manifestaciones del Espíritu Santo, porque él, que es igual que Dios, es soberano de hacer lo que bien le parezca, con quién él quiera y a la hora que mejor le venga. En ningún caso, nosotros somos los dueños o señores de Dios. Claramente nosotros, solo somos administradores de su amor, gracia y misericordia para dar a los demás seres humanos y que estos lleguen a los pies de Cristo.
Dios te bendiga. Recuerda de compartir este texto a todas las personas que más puedas.
OIGAN LO QUE VOY A DECIR
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