DEVOCIONAL CRISTIANO
SUS PROMESAS
Son cientos las promesas que nos avalan.
EL amor de Dios por la humanidad es incalculable. Tan inmenso es el amor de Dios por los seres humanos que, no dudó en ningún momento, descendiendo de los cielos, haciéndose en la persona de Jesús de Nazaret, dio todo por salvar a la humanidad. Sumado a todo esto, Dios mismo dejó desde los albores de la humanidad, Sus promesas para protegernos y así, siempre tuviéramos la oportunidad de permanecer en Su presencia. En el Viejo Testamento encontramos cientos de promesas divinas que se cumplieron en Jesús de Nazaret. Del mismo modo, en el Nuevo Testamento tenemos muchas promesas que se cumplen en cada uno de aquellos que entregamos nuestras vidas a Cristo. De este modo, Su mayor promesa, la inhabitación de Dios en el ser humano a través de su Espíritu Santo, se cumplió en el Pentecostés. Hoy, todas esas promesas mesiánicas las vivimos por creer en Jesús de Nazaret. Ya no tenemos que esperar mas. Ya podemos vivir como pequeños cristos por todo lo que hizo Jesús de Nazaret por cada uno de nosotros.
“PERO DIOS LO RESUCITÓ, LIBERÁNDOLO DE LOS DOLORES DE LA MUERTE, PORQUE LA MUERTE NO PODÍA TENERLO DOMINADO.”
Hechos 2.24
Oremos juntos: Jesucristo mil gracias por todo lo que haces por mí. Mil gracias por darme tu Espíritu Santo. Mil gracias porque tu estas transformando mi forma de ser a través de tu Mente.
Normalmente, solemos tener miedo a la muerte. Contrario a ello, deberíamos considerar la muerte como un proceso mismo de la vida, pues, si a Jesús de Nazaret la muerte no lo puedo retener ¿por qué nosotros debemos de temer a la muerte? En ese mismo carril, deberíamos entender que la muerte fue derrotada por el mismo Dios al revertir el proceso que la ella produce en el ser humano. Por eso, al ver el cumplimiento de las promesas davídicas en su descendiente Jesucristo, podemos estar confiados que, las promesas de Dios, hoy se continuan cumpliendo porque su Espíritu Santo, habita en nuestro ser.
“EL REY DAVID, REFIRIÉNDOSE A JESÚS, DIJO: YO VEÍA SIEMPRE AL SEÑOR DELANTE DE MÍ; CON ÉL A MI DERECHA, NADA ME HARÁ CAER. POR ESO SE ALEGRA MI CORAZÓN, Y MI LENGUA CANTA LLENA DE GOZO. TODO MI SER VIVIRÁ CONFIADAMENTE, PORQUE NO ME DEJARÁS EN EL SEPULCRO NI PERMITIRÁS QUE SE DESCOMPONGA EL CUERPO DE TU SANTO SIERVO. ME MOSTRASTE EL CAMINO DE LA VIDA, Y ME LLENARÁS DE ALEGRÍA CON TU PRESENCIA.”
Hechos 2.25-28
Oremos juntos: Amado Dios, gracias por cada una de tus promesas. Bendito Dios, gracias por habitar en mi y guiarme diariamente para hacer tu Santa y perfecta voluntad. Te lo digo en el Nombre de Jesucristo, amén.
Estemos pues, tranquilos y confiados porque todas las promesas de Dios se han cumplido ya en Jesús de Nazaret y si faltase alguna, Dios mismo las cumplirá. Por nuestra parte, debemos buscar siempre la voluntad de Dios y vivir conforme a un estilo de vida donde todo lo que hagamos, sea a favor de sus propósitos en gloria extendiendo el Reino de los Cielos entre toda la humanidad.
Dios te bendiga. Recuerda de compartir este texto a todas las personas que más puedas.
SUS PROMESAS
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Dios te bendiga y traiga siempre trayendo revelación a tú vida de la Mente de Cristo que ya está en ti.
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